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Los colores nos afectan más de lo que pensamos. Te contamos qué significa

3. Los colores de la vajilla y los utensilios afectan al apetito
Seguro que has oído que el color de los platos puede influir en el tamaño de las raciones. Para comprobarlo, unos científicos ofrecieron a unas mujeres la misma comida: pasta con salsa de tomate y refrescos. Las participantes que utilizaron platos blancos neutros comieron menos. Y las que utilizaron los negros y rojos sí tenían más apetito.

El color poco natural de los alimentos puede desanimar el deseo de comer. Los científicos lo descubrieron hace medio siglo. Ofrecieron a los participantes en el estudio una cena poco habitual: filete azul, guisantes rojos y patatas fritas verdes. La comida empezó con luz tenue para ocultar el verdadero color de los alimentos. Cuando la habitación se iluminó, el color «inapropiado» de los alimentos provocó una disminución del apetito e incluso náuseas en algunos participantes. Las investigaciones modernas confirman que los alimentos de un color desconocido pueden parecer menos apetecibles. Por ejemplo, las imágenes de galletas en colores rojo, azul y blanco y negro no parecen tan apetecibles como el familiar amarillo.

4- El color de la ropa crea la primera impresión
Desde tiempos remotos se ha prestado atención al color de la ropa. Por ejemplo, las leyes de la Europa medieval permitían que sólo la nobleza vistiera ropas moradas, cuyo tinte se extraía de moluscos marinos. Y en China, el color amarillo era elegido por los emperadores: simbolizaba poder y prosperidad. Los distintos tonos podían resaltar el lugar que ocupaba una persona en la jerarquía social y su situación económica.

En la cultura moderna, el color sigue siendo un importante medio de comunicación. Por ejemplo, el rojo se asocia con el éxito en las artes marciales, los deportes de equipo y los juegos de ordenador. Así, los equipos de fútbol ingleses, cuyos miembros vestían uniformes rojos, ganaban más a menudo que los demás. Los científicos suponen que el tono brillante empeoraba de algún modo el juego de los rivales.

Pero no hay que fiarse sólo del color a la hora de elegir una imagen para un acontecimiento importante: la percepción subjetiva del interlocutor puede pesar más. Tomemos el negro, por ejemplo. Se cree que aumenta el atractivo a los ojos del sexo opuesto, pero en algunas situaciones puede provocar una reacción negativa. Por ejemplo, los presuntos delincuentes que llevan ropa oscura son percibidos como más culpables que los que llevan ropa de color claro.

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