La importancia de la socialización primaria en un grupo de iguales
El jardín de infancia y la escuela son importantes agentes de socialización que ayudan a aprender las normas establecidas en la sociedad.
Además de las asignaturas, las instituciones educativas transmiten a los niños un currículo oculto: les enseñan a esperar su turno y mantener la disciplina, a trabajar en equipo, a aceptar las derrotas y a acostumbrarse a la burocracia.
Pero, quizá, lo más importante sea la comunicación con los compañeros. Gracias a ella, los niños que han estado en el centro de la atención de sus padres empiezan a comprender que no todo va a suceder según sus normas y que, por tanto, es necesario escuchar a los demás y tener en cuenta sus necesidades. En la comunicación con los demás, el niño aprende a compartir los deseos del grupo y a trabajar en equipo, comprometiendo a veces sus propios impulsos.
Y el resto de su vida depende del éxito con que supere esta etapa.
La falta de habilidades sociales puede impedir al niño expresarse y comprender a los demás. La mayoría de las veces, este problema se da en niños cuyos padres prefieren un estilo de crianza estricto, basado en la disciplina dura y el castigo.
Los conflictos frecuentes, el descuido de las emociones, el comportamiento de rechazo… todo esto impide que el niño desarrolle la empatía y unas habilidades comunicativas normales.
A los niños de este tipo de familias les resulta difícil encontrar contacto con sus iguales, corren el riesgo de aislamiento social o de hacer el ridículo. Ambas cosas son muy perjudiciales para la salud mental y, a veces, física.
Una socialización deficiente durante los años escolares puede provocar depresión, ansiedad y trastornos de conducta en la adolescencia.
Además, los solitarios y las víctimas de acoso tienen más probabilidades de sufrir sobrepeso y problemas cardiovasculares en la edad adulta que los que socializaron con éxito de niños.